El
karate-do (
空手道 karatedō?, ‘el camino de la mano vacía’)
1 es un
arte marcial tradicional de las
Islas Ryūkyū de
Japón, lo que actualmente es conocido como
Isla de Okinawa. Tiene su origen en las artes marciales indígenas de las Islas Ryukyu, llamadas
te (手, literalmente, ‘mano’;
tii en okinawense) y en el
kenpō chino. Estos estilos de artes marciales surgieron de la necesidad de los guerreros nobles de la isla (los
pechin) de proteger al último rey de Okinawa, Sho Tai, y a sí mismos de los guerreros con armadura japoneses (los
samurái). Poco a poco, el karate fue desarrollado en el reino de Ryukyu y, posteriormente, se expandió, siendo enseñado sistemáticamente en Japón después de la era Taisho como consecuencia de los intercambios culturales entre los japoneses y los habitantes de las islas Ryukyu.
El
karate-do se caracteriza por el empleo de golpes de puño y patadas, aunque no restringe su repertorio solo a ellos. El
karate-do es un arte marcial en el que se coordinan la fuerza, la respiración, el equilibrio y la postura, el correcto giro de cadera y la conexión conjunta de músculos y extremidades, trasladando gran parte del peso corporal y del centro de gravedad al impacto. Generalmente se busca derrotar al adversario mediante un solo impacto contundente, en semejanza a la estocada o corte de una
katana o sable japonés. A la persona que practica este arte marcial se la llama
karateka o
karateca.